lunes, 23 de mayo de 2011

Memorizar el color.

Así como podemos memorizar una melodía con escucharla unas pocas veces, si nos muestran varios tonos de un color y luego nos ofrecen unas pinturas para que los reproduzcamos, veremos lo difícil que es hacerlo bien.




Sólo se consigue con la práctica, que muchas veces viene dada por la necesidad. Claro ejemplo de ello es la capacidad de los inuits para distinguir muchos matices del color blanco, o la de los indios amazónicos para con los verdes.
El hecho de poner nombres a estos matices ayuda en algo a su memorización.

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